domingo, 3 de octubre de 2010

¨ Loma de Vigía ¨.

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija.

Es conocido que entre los muy lejanos 1514 y 1515 en la bahía de Nuevitas se estableció la villa de ¨ Santa María del Puerto del Príncipe ¨ - una de las siete primadas de Cuba – y de la cual parecen quedar vestigios que llegan a nuestros días como testimonio de tiempos pretéritos.

La loma ¨ Vigía ¨ es un promontorio contiguo al valle ¨ El Chorrito de Diego Pinto ¨, donde parece indicar se estableció aquel primer asentamiento de la comarca, en él se hizo construir una mediana fortificación para mantener perenne vigilia y protección ante los continuos ataques de corsarios y piratas que se producían por entonces.

En ¨ Fuerte Vigía ¨ - como se le llamaba – fue construido a base de piedras calizas y ¨ cal de cobos ¨, que era producida a partir de la concha de ese caracol. Las piedras eran sostenidas entre mayúsculos postes de madera dura que le servían de guía y contención.

Del cantil de esa loma, producto de los trabajos para establecer en sus inmediaciones la línea del ferrocarril , en la década de los 30 del pasado siglo, durante el movimiento de tierras, aparecieron dos grandes cañones gemelos que hoy ocupan lugares prominentes en el principal parque de la ciudad y el museo provincial ¨ Ignacio Agramante ¨, años más tardes, en la década de los 60 del propio siglo y producto del deslave que produjeron las intensas lluvias con las que abatió el huracán ¨ Flora ¨, aparecieron allí nuevos cañones pero de dimensiones más pequeñas, lo que evidencia el carácter militar de la construcción.

Cuando se hizo llegar al puerto de ¨ Punta Gorda ¨ la línea del ferrocarril , surgió la necesidad de ¨ sembrar ¨ los postes sobre los cuales se sostendría la línea telefónica necesaria a ese medio de transporte y quiso la necesidad y la casualidad que los mismos dibujaran en el paisaje una línea recta que se extendía desde ¨ El Chorrito ¨ hasta las alturas del fuerte, por lo que sólo bastaba con guiarse por los postes para llegar a el.

De aquel fuerte, sólo quedan como testigos mudos apenas unos pequeños muros que formaban parte de sus paredes, las que se fueron desplomando y cubriendo por la sedimentación que en ese medio producen las aguas y el polvo, pero sigue dando fe de un pasado de ¨ conquista y colonización ¨ y de ¨ corsarios y piratas ¨

Los más longevos moradores de la ciudad, aseveran que en cada uno de los postes de sostén del fuerte, según la usanza ibérica, fueron colocadas monedas de oro, las que fueron saqueadas, según se dice, en la segunda mitad del siglo XIX, versión que la oralidad ha hecho llegar hasta nuestros días, pero los lugareños, seguimos elevando la vista hasta perderse en la ¨ Loma Vigía ¨, sabedores de que en ella se encuentra atrapada parte de nuestra más lejana historia.

ARCOS DE LA CIUDAD.

Por Lic. Ricardo Ferrer Aluija.

Los arcos en las construcciones son estructuras curvas que cubren el espacio entre dos puntos de apoyo y se usan en disímiles composiciones y estructuras, como en la arcada, formada por una serie de arcos; o como elemento de ayuda para la descarga de cubiertas, los que se exhiben con fuerte presencia en la ciudad.
Los arcos tradicionales constituidos de piedra o ladrillo están formados por bloques dispuestos uno contra otro y sujetos por una tensión lateral, que conforman una estructura constructiva que se utiliza para salvar una distancia mayor de lo que lo hace una sola pieza horizontal, o parte superior. Desde el siglo XIX los arcos se han fabricado también de una sola pieza, y desde entonces se reporta su presencia en Nuevitas
Los arcos citadinos están ubicados en diferentes lugares de las construcciones, siendo muy común su empleo en divisiones interiores como las que se yerguen entre salas y saletas o entre las cocinas y comedores, los que facilitan la circulación de los lugareños entre los mismos.
Sobresalientes son los arcos que sirven de fachada a importantes construcciones de la localidad, que le otorgan belleza sin par, en tanto otros se muestran altivos en muy conocidos patios interiores en los que se combinan armónicamente con la vegetación que prolifera en ellos.
La utilización de arcos en las construcciones de la ciudad se extendió hasta buena parte del siglo XX, en que como parte de la arquitectura de estilo ecléctico que predomina en la localidad, se suman al entorno como herencia arquitectónica que otorga distinción.
En Europa occidental, la arquitectura gótica de se caracteriza por el empleo del arco ojival, cuyos mínimos empujes laterales permitieron adelgazar y dar mayor altura a los muros, incluso sustituirlos por grandes ventanales. Apareció así el típico espacio ligero, luminoso y vertical de las más altas construcciones. En el siglo XX, los arcos parabólicos de hormigón armado se han utilizado en todo tipo de edificios públicos, es por ello que llegaron hasta la villa y echaron raíces en ella.
Aun se conservan en la ciudad hermosos arcos que muestran el esplendor de las construcciones de una época en la que llegaron a formar parte de la cotidianidad arquitectónica que combinaba las corrientes constructivas llegadas de la Península Ibérica y las condiciones tropicales del clima prevaleciente en la ciudad ribereña.

ROMPIENTES EN LA BAHÍA.

Por Ricardo Ferrer Aluija.

Los rompientes son peñas o escollos que baten las olas. Algunos los consideran bajos, o costas donde, cortado el curso de la corriente de las olas, rompe y se levanta el agua. Tales accidentes, imprimen singular belleza a la franja costera, de modo que se rompe la monotonía de la orilla plana y se distinguen, majestuosos, como colosales monumentos. La bahía de Nuevitas es privilegiada por la presencia de los curiosos rompientes.

El proceso de rompimiento de la ola implica la liberación de su energía, que puede entonces realizar trabajo en términos de erosión de los acantilados y movimiento o transporte de material de playa. El modo en que rompe la ola, el tipo de ola de rompiente, también denominada cachón resultante, y la consecuente capacidad del rompimiento para realizar trabajo y modificar la línea de costa dependen de la altura inicial de las olas y de la pendiente de la playa o el acantilado.

Las olas altas que se aproximan a las playas llanas, como las de la bahía citadina, suelen crear rompientes de derrame, que empiezan a romper a una distancia considerable de la costa creándose así en su cresta una espuma que se extiende gradualmente sobre la superficie descendente de la ola.

La curiosa bahía de bolsa, que sirve de escenario a la vida y obra de los lugareños, es privilegiada al contar con innumerables rompientes. Muy significativos son los que , a manera de grandes rocas, dan la bienvenida a los visitantes que llegan por mar al arribar al lugar principal de acceso a la ensenada, conocido como ¨ La Boca ¨, lugar en el cual se crea una exuberante masa espumosa resultante del choque entre las olas y la masa rocosa.

Hermosos son los rompientes que presencian los nativos y foráneos que visitan las playas ¨ Punta Gorda ¨ y ¨ Varaderito ¨, lugares en que la majestuosidad hace galas de aristocracia que cobra forma en los altos paredones de bordean los balnearios que se repletan de personas de todas las edades en la etapa estival.

Otros rompientes se producen el las conocidas ¨ Punta del Guincho ¨ y la ¨ Playa de las Piedras ¨, nombrada así por los peñascos que la adornan y en los que se producen significativos rompientes que hacen todo un espectáculo, al ser objeto de distracción de pequeños que se dejan arrastrar por el ¨ rezague ¨ de las olas.

Cuando los bañistas se sientan en la arena a tomar sus baños de sol y mar, su vista es testigo del impar divertimento que constituye ser testigos de los rompientes, que otorgan movimiento y vida al paisaje costero que se convierte en regalos especial para los que deciden disfrutar de las bondades y bellezas de nuestras playas.

¨ EL LUGAREÑO ¨ Y NUEVITAS.

Por. MSc. Ricardo H. Ferrer Aluija.

Gaspar Betancourt Cisneros, nació en Puerto Príncipe a finales de abril de 1803 en el seno de una familia acomodada, en cuyo medio creció y se educó y con los nuevos tiempos sintió la necesidad desde muy joven, de contribuir al progreso, lo que le facilitó su condición de clase. Desde sus primeros actuares como adolescente y adulto emprendedor, guardó una marcada vinculación con Nuevitas.

¨ El Lugareño ¨, como se le conoce, fue adelantado a su época y concibió la construcción del primer ferrocarril que conoció el Camagüey y uno de los primeros del continente, que dejaría enlazada la capital provincial con el importante puerto de Nuevitas.

Sucedió, que fue este el primer ferrocarril ideado en Cuba y el primero que se comenzó a trazar, pero resultó el segundo en ponerse en funcionamiento porque el de La Habana a Güines, muy apoyado por el gobierno español, se inauguró primero, pero en 1835 ya se habían presentado en la capital los ¨ Informes de la Comisión del Camino de Hierro de Nuevitas a Camagüey ¨, el que se empezó a construir en 1840 y cuyo primer tramo se inauguró en 1846, completándose en 1851.

El 3 de diciembre de 1866, fallece en La Habana Gaspar Betancourt Cisneros. Por mar en el barco ¨ Camagüey ¨, logrado por él para la comunicación de pasajeros entre la capital del país y el puerto de Nuevitas, por suscripción popular y por vía férrea que su tesón hizo construir hasta Puerto Príncipe, fue llevado su cadáver, el que fue inhumado el día 16, sepelio al que asistió Ignacio Agramante y Loynaz.

Tocaba su fin, sin ver lograda la independencia, la vida del ¨ dinámico y emprendedor ¨ ¨ Lugareño ¨, propulsor del progreso, partidario en algún momento de la anexión de Cuba a los estados Unidos, supo rectificar y sumarse a los que dieron votos por la soberanía de la isla.

En aquella oportunidad, Agramonte recordaba palabras suyas: ¨ Sin revolución, señores, no hay independencia ¨ . Durante el entierro de Betancourt Cisneros, pensó también en otros que habían dejado de existir en el empeño independentista.

Refieren que todos se disputaban el honor de cargar sobre los hombros el ataúd que guardaba los resto mortales del hombre que había luchado sin descanso, con aciertos y desaciertos, pero siempre impregnado del progreso y el avance en un momento que marcó un viraje en las arcaicas concepciones aún existentes en nuestro continente.

Parecería que la historia predestinó que la vida de ¨ El Lugareño ¨ quedara vinculada por siempre a Nuevitas. Fue este el punto hasta donde trajo el ferrocarril de Puerto Príncipe y fue este también el lugar desde donde proyectó y materializó la idea de mantener las comunicaciones y viajes de pasajeros con la capital del país mediante la travesía marítima, todo ello hizo posible que su impronta quedara para siempre en el devenir de la ciudad.

SIGNIFICATIVA EDIFICACIÓN.

Por Ricardo Ferrer Aluija.

Nuevitas vio la construcción de varias edificaciones en diferentes momentos de su devenir como ciudad. El ella, vieron la luz diferentes estilos de construcciones, entre las que sobresalen las de tipo eclécticas, edificadas en su mayoría en la primera mitad del siglo XX, pero estas aparecieron cuando en la trama citadina ya se diseminaban múltiples construcciones propias del siglo XIX.

Entre las prominentes edificaciones que vieron la luz en la ciudad se encuentra una construcción de la primera mitad del siglo XIX, influida por el estilo andaluz propio de la arquitectura principeña de la época, que tuvo como objeto social desde sus inicios servir de hospedería a los foráneos que visitaban la ciudad.

El significativo inmueble, ya en la segunda mitad el siglo XIX era conocido con el nombre de ¨ Hotel Miramar ¨, el que ubicado en la entonces cale de ¨ La Marina ¨, contaba con frescas habitaciones con balcones de frente al mar que le servía de fondo y desde los cuales se divisaban las goletas y pequeñas embarcaciones que merodeaban de un extremo a otro de la bahía.

Cuentan que el servicio que prestaba la instalación, aunque no era refinado, era distinguido por los que en ella se alojaban y en sus platos sobresalían los elaborados a partir de mariscos propios de la cocina lugareña. Contaba además con sala de estar, salón de juego y una pequeña taberna en la que se expendía gran variedad de bebidas.

Singulares fueron las visitas que recibió la significativa instalación, pero entre ellas, se recuerda sobremanera la brevísima estancia en la misma de Joaquín de Agüero y Agüero, por aquellos días de los años 50 del siglo XIX en los que se movía entre los alrededores de esta ciudad y la de Las Tunas, en sus quehaceres a favor de la independencia de la isla, causa por la cual fue detenido en las cercanías de Nuevitas y fusilado posteriormente en Camagüey.

Otro huésped ilustre del ¨ Miramar ¨ lo fue Hernest Hemmiway, quien en su periplo por la cayería norte, llegó hasta la ciudad y compartió con sus pescadores, visitó el hospedaje conocido como ¨ El gato Negro ¨ y se alojó en aquella edificación desde la cual divisó el hermoso atardecer con la caída de sol que regala la bahía de Nuevitas.

Desde mediados del siglo XX y después de algún deterioro la instalación fue arrendada a algunas familias para que la utilizaran como vivienda, pero su precaria construcción y falta de mantenimiento no pudieron impedir su deterioro, al extremo de derrumbarse y sólo quedar de ella unas pocas instantáneas, que como esta, han dejado registrada la existencia de una edificación, prominente además de sus hermosos balcones de hierro y su arquitectura, por la riquísima historia que los distinguió.

TIEMPOS DE BASTONES Y SOMBREROS.

Por Ricardo Ferrer Aluija.

Cuando transcurren los primeros años del tercer milenio, vale la pena viajar en el tiempo e imaginar las costumbres y maneras de vida de los que nos antecedieron. La Antropología Sociocultural, aun ciencia muy joven, nos brinda los instrumentos teórico-metodológicos necesarios para el análisis de tiempos pretéritos, en los que entre otras prácticas propias de finales del siglo XIX e inicios del XX, los galanes de la localidad acostumbraban portar bastón y sombreros.

Tal parece que las antiguas construcciones del centro fundacional de la ciudad, nos recuerdan que por su ¨ Plaza Mayor ¨ pasearon mozalbetes con sobrio atuendo de camisa blanca de hilo y pantalón y chaqueta oscura, con bastón en mano y sombrero de paño para mostrar sus mejores galas ante las damiselas de la época.

Las amplias salas de las casonas decimonónicas, generalmente contaban con un mueble de madera preciosa destinado a colocar el bastón y sombrero cuando llegaba una visita que requería de cumplido y atenciones especiales. Otros de estos artefactos eran elaborados con variados materiales.

Sobresalían entonces, muebles con altos espejos, que a ambos lados mostraban sobrados aditamentos que sirvieran de sostén a los sombreros y bastones. Estos constituían toda una obra de arte de la carpintería ebanista. Otros estaban formados por un grueso madero central, torneado con gusto y alrededor del cual se fijaban piezas salientes que prestaran la utilidad que se esperaba.

Una modalidad se puso de moda a inicios del siglo XX en la trama citadina para aligerar los grandes útiles que hasta entonces eran utilizados. Aparecieron así piezas muy curiosas que eran fijadas a la pared con la intención de que ocuparan menos espacio y cumplieran el fin soportar los aun arraigados sombreros y bastones.

Múltiples eran los materiales empleados para fabricar bastoneras y porta sombreros, pero sobresalían la caoba , el cedro, el roble y la majagua. Podían tener incrustaciones decorativas en ¨ finas láminas doradas ¨, nácar, hueso u otros componentes, pero en todos los casos resaltaba el gusto y la elegancia junto a la originalidad con que eran elaborados.

No debemos desconocer el valor utilitario que entonces se le atribuía al bastón y sombrero, máximo si tenemos en cuanta que con el bastón se obtenía un apoyo adicional y además servía en oportunidades para indicar o dar órdenes y el sombrero permitía cuidarse del sol y se hacía un arte en la galantería de quitárselo para saludar.

La Nuevitas de nuestros días, ya no tienen calles empedradas ni jóvenes señoriales que paseen por ellas con bastón y sombrero, práctica que quedó atrás para dar paso a otros tiempos, pero en la ciudad aun se conservan hermosas bastoneras y porta sombreros como testigos mudos de aquel pasado ¨ de cumplidos ¨.

SINGULARES AUTOMÓVILES EN LAS CALLES DE SAN FERNANDO DE NUEVITAS.

SINGULARES AUTOMÓVILES EN LAS CALLES DE SAN FERNANDO DE NUEVITAS.

El norteamericano Henry Ford se decidió a producir automóviles en la década de 1890 del pasado siglo XX. En ese país, George Baldwin Selden obtuvo en 1895 una patente que cubría la aplicación a un vehículo de un motor de combustión interna. La patente fue asignada a la empresa Electric Vehicle Company en 1899, pero otras, encabezadas por Henry Ford, se negaron a hacerlo. El proceso judicial se inició en 1903 y terminó en 1911 —un año antes de que expirara la patente— con un veredicto favorable a Ford. Ello provocó tal auge en la producción de estos automóviles, que un lustro después ya por la ciudad se paseaban varios de estos equipos.

A aquellos primeros automóviles que conocieron los nueviteros se daba el nombre peyorativo de ¨ fotingo ¨ pues se consideraba que eran baratos y de mala calidad, a tal extremo que sirve en nuestros días para designar un coche viejo y descompuesto.

Damiselas con largo atuendo, generalmente blanco o de color claro, con hermosos bordados realizados a mano cubiertas con pamelas de largas cintas que flameaban al aire, eran acompañadas en un inolvidable paseo en ¨ fotingo ¨, por los mozalbetes de sobrio vestir en los que sobresalía en traje de cuello y el sobrero que por entonces era usado con distinción.

Entre 1913 y 1915 en la fábrica de Ford de Highland Park se combinaron la producción normalizada de piezas de precisión y la fabricación en cadenas de montaje, que simplificaba las operaciones. La eficacia de la producción era tal que los precios de los automóviles bajaban sin cesar.

Entonces y muy cerca de 1920, se registró en la ciudad el mayor número de aquellos primeros Ford, que se convertían en una sensación. Tal fue la algarabía del acontecimiento, que muchos, llenos de expectativas, se concentraron en la principal calle de la ciudad para presenciar un acontecimiento ¨ insólito ¨ : la primera mujer que conducía un automóvil por las calles de la villa. Era nada menos que la hoy muy popular actriz María de los Ángeles Santana que por entonces residía aquí.

Singulares eran los paseos de los llevados y traídos ¨fotingos¨ en las fiestas del San Juan, en los que eran engalanados con flores, sobre todo de flamboyán, para que jóvenes y sonrientes lugareños y lugareñas, recorrieran las principales calles en un ocurrente recorrido de disfraces con antifaces y capas, a la vez que se hacían sonar maracas en medio de la algarabía citadina en la que sobresalía el cencerro de las congas.

Ha quedado atrás aquel tiempo de los hoy ¨ anacrónicos fotingos ¨, pero las calles del viejo San Fernando de Nuevitas saben que por sus adoquines pasaron a la sazón convertidos en sensación, en tanto las amarillentas fotos de la época han quedado como testigos de aquellos días en que proliferaron por la ciudad esos singulares automóviles.

SECRETOS DE ¨ CONFIDENTES ¨.

Por Ricardo Ferrer Aluija.


La Ergonomía, estudia los datos biológicos y tecnológicos aplicados a problemas de mutua adaptación entre el hombre y algunos de los más importantes bienes materiales con los que interactúa. Esta ciencia, entremezcla su saber con la Antropología y se dedica a estudiar el mobiliario que se ha utilizado en el devenir histórico-social. Entre los inusuales artefactos con los que contó la localidad, se encuentra ¨ el confidente ¨.

Este es un mueble muy curioso, se trata de un tipo de sofá de dos asientos, cuya forma permite a una persona sentarse frente a otra, lo que sin dudas se convertía en un verdadero aliado de los añejos ¨ tórtolos¨ que bajo la égida de tiempos pretéritos, pasaban noviando un largo tiempo.

Aún en la localidad se conservan ¨ confidentes ¨ tapizados con curioso damasco floreado o color entero de inicios del siglo XX, pero los más utilizados eran aquellos elaborados de madera preciosa, con ¨ pajillas ¨ en so fondo y respaldo. También se utilizaron muchos con curiosas tallas en madera entre las que sobresalían las figuras de hermosos ¨ Cupidos ¨, que servían de ambientación al principal valor utilitario del mueble.

Fastuosos ¨ confidentes ¨ exhibían junto al brillo de su madera, delicadas incrustaciones en nácar o hueso, en tanto sus patas variaban de forma en correspondencia con el estilo utilizado en su fabricación.

Las señoritas del pasado siglo, ataviadas de larga indumentaria, esperaban ansiosas al pretendido galán que la acompañaría unas horas en la noche, sentados en aquel antojo de nido de amor que todos conocían como ¨ confidentes ¨.

Aun se conservan en la ciudad algunos de estos elegantes muebles cuyo uso parece quedar atrás en un siglo en el que la modernidad se impone, pero no deja de constituir todo un hermoso legado de prácticas de una época de encuentros y desencuentros, amores y desamores.

Llegan hasta hoy los curiosos ¨ confidentes ¨ como testimonio de una época llena de formalidades, pero al mismo tiempo de rico acervo cultural y social que ha dejado una marcada impronta en los lugareños.