martes, 29 de junio de 2010

UNA CENTURIA DE MERCADO

POr MSc. Ricardo Ferrer Aluija.

En realidad la ciudad no contó con una verdadera Plaza del Mercado hasta algún tiempo después de concluida la Guerra de Independencia. Su origen y fomento se enmarca en el primer lustro del siglo XX y desde entonces y hasta nuestros días, ha tenido la misma ubicación en la céntrica calle que sirve de principal entrada a la ciudad.

Lo que se llamaba Mercado a finales del siglo XIX era un pedazo de solar estrecho, donde los pocos vendedores que acudían a él, tendían en el pavimento de tierra sacos de yute y encima las viandas y frutos, a la entrada contaba con una cantina muy bien atendida y propiedad de los hermanos Benjamín y Américo Nápoles.

Al fondo del lugar se ubicaban algunas mesas donde se vendía el pescado, pero el conjunto era realmente un descrédito urbano ubicado en el mismo corazón de la ciudad, asunto que generaba desfavorable y continuo comentario por parte de los lugareños.

Atendiendo a esa necesidad y escuchando el clamor popular, del que se hacía eco la prensa local, el Ayuntamiento acordó el crédito suficiente para su construcción de cemento y elementos metálicos, cuya subasta se realizó el 30 de junio de 1915, creándose de esta manera la infraestructura necesaria para su funcionamiento.

Desde entonces el mercado citadino experimentó un gradual ascenso, al que contribuyó el incremento de la presencia de productores de la zona agrícola de “ Santa Lucía de Nuevitas”, que desde el embarcadero del lugar hacían llegar sus productos hasta los muelles de la cercana calle “ Sánchez Dolz ”, desde donde eran trasladados al lugar.

Con posterioridad los alcaldes que pasaron por el gobierno local intentaron mejorar el emblemático lugar, ubicado a pocos pasos del la populosa “Acera de Martí”, lo que contribuyó a mejorar en algunas medidas sus condiciones.

Hoy en el lugar está ubicado el Mercado Agropecuario, al que concurren productores de diferentes partes de la provincia y el país, siguiendo la tradición de más de cien años de ir hasta el a buscar los alimentos deseados,

Así, aquel lugar rudimentario, en la antigua “Calle de La Marina”, a donde acudían a vender sus mercancías los hombres del campo y del mar, dejó su huella en la memoria de los nueviteros que acuden a el por estos días para encontrarse con los alimentos buscados y el eterno recuerdo acumulado en una centuria de existencia.

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