martes, 29 de junio de 2010

EMBLEMÁTICO PUENTE.

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija.

Entre los lugares que son familiares a los nueviteros, resulta obligado citar “El Puente” que une a la ciudad con la avenida que conduce al “Puerto Tarafa” y bajo el cual pasa una enorme zanja sobre la que se emplaza “el camino de hierro”: la línea del ferrocarril que une a la Villa con la capital provincial.
Varios habían sido los intentos por llevar la citadina vía hasta la orilla del mar. Veinte años transcurrieron infructuosamente, desde los primeros intentos; pues había que salvar el obstáculo que representaba un elevado promontorio que no permitía el nivel preciso para hacer correr las máquinas por ese lugar.

El 22 de septiembre de 1863, Pedro Sánchez Dolz, solicitó al Ayuntamiento la licencia para acometer el propósito de culminar la excavación de la hasta entonces calle “Santa Ana” para que sobre el monumental conducto se emplazara la línea del ferrocarril y que este llegara a la orilla del mar. El Ayuntamiento el 10 de octubre del propio mes acordó mercedarle a Sánchez Dolz la referida calle, donde ya estaban iniciados los trabajos de zanja y terraplén.
El 12 de junio del siguiente año se creó una Sociedad Anónima para realizar un préstamo ascendiente a treinta mil pesos a la empresa del ferrocarril para terminar la línea desde el “Número Uno” a la “Ensenada del Guincho”, pagaderos en seis años y con el 5 por ciento de interés.

En el segundo semestre de 1864, Sánchez Dolzs comenzó en firma los trabajos y con la tierra que extraía de la loma fue haciendo el relleno – con la estacada necesaria – de la manzana donde se levantaron almacenes y la “Estación Victoria”, lugares donde se encuentra la calle que hoy lleva su nombre y la actual estación de ferrocarril respectivamente.
El 6 de julio de 1875 se trasladó a Nuevitas el Comandante General del Departamento, Brigadier Don Juan Ampudia, que con la comitiva que aquí le recibió se dirigieron al lugar donde se emplazaba el puente, una vez colocado el piso – por entonces de madera – el párroco de la ciudad “bendijo el puente” y el Brigadier realizó una breve intervención en la que felicitó al pueblo de la localidad y pidió se le pusiera a la obra el nombre de “Balmaseda”.

Casi una centuria de vida tuvo el emblemático puente, construido por entero de madera dura que soportaba por entero el ir y venir de los vehículos en ambos sentidos, pero ya en la década de los 60 del pasado siglo, mostraba excesivos movimientos que ponían en peligro a los transeúntes.
Las malas condiciones de la elevada vía y el pujante desarrollo industrial que se imponía en la ciudad, hicieron que en los primeros años de la década del 70 del concluido siglo, se realizara una inversión que regaló a la ciudad un moderno puente de hormigón armado que es hoy significativo en la transportación por carretera de un lado a otro de la ciudad.

No pocos recuerdan con frecuencia sus primitivas construcciones y lo imponente que entonces resultaba caminar sobre sus tablones cuando por el pasaba algún carro. Así, el añejo puente sigue exhibiendo hoy su original valor utilitario y los lugareños lo asumen como algo entrañable y necesario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

a