lunes, 28 de junio de 2010

“TIMBIRICHES” EN LA CIUDAD.

POr MSc. Ricardo Ferrer Aluija

Múltiples han sido las instalaciones creadas en la ciudad a lo largo de su historia, con el fin de establecer la infraestructura necesaria para el expendio de diferentes artículos, entre los que los que han ocupado un lugar especial de aquellos vinculados a la gastronomía y proporcionan un ansiado refrigerio a los transeúntes en medio del caluroso verano, pero ninguno se arraigaron tanto como los “timbiriches”.

Estos pequeños inmuebles, son considerados diminutos mercados, de poco lino, es decir que siempre estuvieron vinculados a las capas sociales más desposeídas que encontraban en esta práctica un “modus vivendis” en medio de la más crítica situación económica que aquí engendró la intervención norteamericana y posterior instauración de la república mediatizada.

Las circunstancias de ciudad marinera, con uno de los mayores puertos del país, junto a las playas que invitan en la etapa estival a disfrutar de sus aguas, condicionaron la aparición y ulterior proliferación en las décadas de los 40 y 50 del pasado siglo de esos pequeños “negocios”, que brindaban a los forasteros y coterráneos los degustados alimentos.

Estos tradicionales sitios, siempre han sido el “lugar ideal” para las más diversas conversaciones entre vecinos y visitantes y lo mismo se comparte el más animado diálogo sobre el último juego de pelota y su equipo ganador, que del fallecido que está expuesto ese día en la funeraria de la ciudad.

Por el carácter de sus propietarios, y por el de sus más asiduos visitantes, los “timbiriches” siempre han sido lugares propicios para que proliferen los más legítimos sentimientos del pueblo. Fueron en el pasado lugares donde se conspiró contra la tiranía de Fulgencio Batista y posteriormente se desarrollaron las más animadas charlas que dieron el apoyo más resuelto a la naciente revolución.

El uso de estos pequeños y modestos espacios, alcanzó su mayor pompa en la segunda mitad del pasado siglo, ubicándose los mismos en los más frecuentados lugares de la ciudad. Las calles “Martí”, “Agramonte”, “Máximo Gómez” y “Calixto garcía”, sobre todo en las esquinas.

Muy famoso resultó el pequeño establecimiento ubicado en la esquina de el puente que en el pasado sirvió para el expendio de de múltiples refrescos y fiambres y llega hasta nuestros días como punto de venta de guarapo. Renombre también alcanzó el denominado “El Chorrito” que desde muy temprano en la mañana, vendía o “fiaba” a los portuarios el esperado primer trago de café en la mañana.

Los “timbiriches” llegan hasta la actualidad como una estampa del pasado que ha dejado su huella en las prácticas comerciales de los lugareños, aportando al entorno citadino una importante tradición en la que se entremezclan las más arraigadas costumbres y la práctica de la oratoria popular ancestralmente vinculada al pueblo y reforzada por el nivel cultural con que la revolución ha dotado a todos los ciudadanos.

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