lunes, 28 de junio de 2010

ARROZ CON MANGO.

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija.

Es usual utilizar la frase “arroz con mango” para identificar un problema, riña, lío o para indicar un hecho o fenómeno que cause gran algarabía. Pero en esta ciudad de la costa norte camagüeyana esta combinación de alimentos tuvo gran arraigo y aún no son pocos los que la disfrutan.

Ocurre que las playas que bordean nuestra ciudad, tuvieron su mayor fomento en las décadas de los 40 y 50 del pasado siglo, y como ahora, era costumbre de los ciudadanos trasladarse hasta ellas, transportando el aseguramiento de comestibles necesarios.

Pero era tradición, preparar para el almuerzo una buena cantidad de arroz amarillo, que debidamente aderezado constituía el deleite de los bañistas, que regresaban del baño de mar con gran apetito para saborear el improvisado menú que se completaba con lascas de mango que cubrían el plato.

Múltiples eran los pregoneros que con sus carretillas repletas de mangos y anoncillos, llevaban la preciada fruta hasta nuestros más arraigados balnearios y allí los ávidos vacacionistas se hacían de la dulce fruta para completar el menú.

Una modalidad especial de arroz que se hacía acompañar de las amarillas rebanadas del fruto, era el elaborado con pescado, que la mayor parte de las veces se convertía en la codicia de los que a la orilla del mar experimentaban un mayor apetito.

Cuentan que una modalidad exclusiva de este tipo de arroz, era el elaborado con el caldo de las cabezas y pertrechas de la “sierra”, pez con sabor exquisito y grasa singular, de los que se freían las ruedas y después de estar bien doradas se introducían en el arroz, que al reposar hacían de este plato un verdadero manjar.

Era una modalidad especial de arroz, que se hacía acompañar de mango , el que se elaboraba teniendo como base la costera “ostión” y la sustancia y el acentillo incomparables que convertían esta combinación en plato anhelado por los lugareños.

Pero lo cierto es que aquí no vale eso de decir “se armó tremendo arroz con mango “para caracterizar algo desagradable, todo lo contrario; entonces y de manera especial en los meses de verano en que coinciden en el anhelado viaje a la playa el arroz y el mango, lo que resta es, como otrora, hacer de esta combinación una agradable opción.

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