viernes, 24 de julio de 2009

ECOS EN LA COSTA.

Cuando los peñascos de la costa
regalan el fabuloso rompiente
y la mirada se pasea por las empinadas lomas
convertidas en populosas calles
se produce la inigualable magia
del encuentro con nuestra ciudad.

Rondan las gaviotas que revolotean
y se pierden en el horizonte,
el sol dora mi frente de mirada altanera
mientras, una caracola de hermosísimos colores
me recuerda la vida, la existencia…

Soy uno de esos peñascos
que firmes y erguidos
esperan las olas que vienen de lejos
que parecen traerme la buena nueva
de tu esperada presencia
y susurran al oído hermosos poemas.

Llegas cada día escondida en letras
amasijo de talento convertido en arte
y crece la mujer que cura y se inspira
que ama la vida suponiéndola cortísima,
existencia que hace sabernos nosotros

Repican las campanas de la vieja iglesia
cual finísima melodía de la más perfecta ópera
y tu la escuchas allá…en la distancia
no te resignas a dejar de ser ola
yo peñasco, espero tu llegada de poemas
y acompañados, aunque lejos,
paseamos por la ribereña ciudad.

Ricardo Ferrer Aluija

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