miércoles, 20 de mayo de 2015

EMBARCACIONES EN LA BAHÍA DE NUEVITAS A FINALES DEL SIGLO XVIII E INICIOS DEL XIX.

Por Ricardo Ferrer Aluija. El movimiento marítimo en la Bahía de Nuevitas entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX debió ser significativo. Recientes estudios publicados por la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey revelan una muestra de aquella presencia, que por entonces debió realizarse básicamente desde el lejano Pueblo Viejo. Escrituras de compraventa asentadas en los Protocolos Notariales de Marina, hoy conservados en el Archivo Histórico Provincial de Camagüey constituyen una muestra de ese ir y venir de embarcaciones por la bahía pues, como debe suponerse, no todas las embarcaciones han sido registradas en esos documentos. Entre 1790 y 1807 en los mencionados registros aparecen Balandras, Goletas, Pailebot, Bergantín, Bergantín-goleta, Guaioro y Lancha. Las Balandras registradas son “El Delfín”, “Jesús Nazareno”, “Nuestra Señora de la Concepción” y “San José y las Ánimas”. Las Goletas son “Florentina”, “Las dos Hermanas”, “Nuestra Señora de la Concepción”, “Nuestra Señora de los Dolores”, “Nuestra Señora del Carmen”, “San Fernando”, “San José y las Ánimas o La Fortuna”, “San Juan Bautista del Carmen y “Santa Rosalía”. Aparecen en los documentos el Pailebot nombrado “El Pez Volador”, el Bergantín-goleta “La Unión”, los Guairo “Nuestra Señora del Carmen”, “San José y las Ánimas” y “Santo Cristo del Buen Viaje”.. Debido a las características de la Bahía de Nuevitas, se convirtió en una plaza ideal para el comercio de contrabando. Como aseveran los investigadores de la OHCC: “En tal sentido, cualquier asentamiento en sus márgenes reconocido oficialmente vendría a ser para el gobierno español una suerte de mecanismo de regulación mercantil. Al menos este es el significado más evidente que sugiere el hecho de que Lázaro José de Pinto, principal vecino impulsor del poblado y dueño de sus tierras, fuera nombrado capitán pedáneo del puerto y guarda mayor, además de la construcción de una pequeña batería en la elevación colindante conocida como El Soberano”. Así las cosas y después de lo referido, es evidente que para tan temprana fecha ya nuestra bahía era escenario de un revelador movimiento de embarcaciones que nos legan el secreto de un comercio que debió ocupar buena parte del tiempo de los que por entonces moraban esta ribera.

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