lunes, 28 de junio de 2010

MACEO EN NUEVITAS

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija

Había transcurrido una década de dura contienda en los campos de batalla de la Cuba irredenta, sin que se obtuviera el resultado esperado de la independencia necesaria. Eran los días de la paz del “Zanjón”, ante la que se empinaba la más viril actitud de un mulato cubano, que se enfrentara al alto mando español, representado por Arsenio Martínez Campos en la inmortal “Protesta de Baraguá”,el 15 de marzo de 1878.

Antonio Maceo y Grajales, del que conmemoramos este año el aniversario 161 de su natalicio, en los difíciles días del exilio, conoció como pocos, el sentido patriótico y revolucionario de los pobladores de esta localidad. Por entonces, de manera callada, se preparaba la guerra necesaria que dirigiría el más genial de los cubanos: Martí. .

El Titán de Bronce el 2 de febrero de 1890 hizo en Nuevitas una histórica escala en el vapor “Manuelita”, procedente de Gibara, después de visitar Jamaica y Santiago de Cuba; su estancia aquí fue ruidosa. Alguien dio la noticia de quien estaba a bordo y jóvenes y campesinos a porfía se disputaron el honor de saludarlo.

Una sana y emocionante alegría ponía una nota patriótica de franco optimismo entre aquellos hombres y mujeres del pueblo, que veían en el héroe cubano la aurora de la liberación próxima. Algunos, iniciados ya en los trabajos de propaganda, confesaron a Maceo que la propaganda derrotista alimentada por los españoles desde la capital provincial, negando que hubiese dentro o fuera de la isla que se ocupara de la independencia, se destruía al conjuro de su presencia, y ahora, al verle y escuchar de sus labios, la decisión de reiniciar la lucha, se marchaban plenos de fe y dispuestos a secundarlo.

Maceo les declaró que su vuelta a Cuba no obedecía a otro propósito que el de poner en marcha el movimiento revolucionario. A los más probados que fueron a verle, les hizo portadores de mensajes para el Marqués de Santa Lucía, Emilio Luaces y los Mora y otros camagüeyanos, con el objetivo de que estuvieran avisados y que pudieran prestar su valiosa cooperación.

Esto pudo ocurrir sólo en una ciudad cuyo pueblo estaba plenamente identificado con la causa revolucionaria. De esta manera, quedaría para siempre vinculado con nuestro territorio el “ Titán de Bronce ”, quien dejó escrito con valentía y su sangre, algunas de las más gloriosas páginas de nuestra histórica por la total independencia de nuestro país.

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