lunes, 28 de junio de 2010

CIUDAD DE LOMAS.

Diferentes son las peculiaridades que caracterizan a una ciudad, pero la nuestra, además de por su bahía, su privilegiada vista a “Los Ballenatos”, y su entorno industrial, es identificada por las empinadas lomas que adornan el entorno urbano y se extienden de un extremo a otro de la villa.

Como es conocido, las lomas son alturas pequeñas y prolongadas que en nuestro caso, son atravesadas por varias de nuestras más populosas arterias viales, lo que no beneficia la circulación por ellas de los tradicionales y muy utilizados coches de caballo, que como a la usanza de antaño se emplean únicamente en las planicies inferior y superior de la urbe.

Las más transitadas calles que franquean las lomas de la ciudad son:”Lugareño”, “Camilo Cienfuegos”, “Calixto García”, “Antonio Maceo”, “Joaquín de Agüero”, “Céspedes”, “Narciso López”, “José Antonio Saco”, “Salvador Medrano”, “Enrique Vázquez” y “Albaiza”; del mismo modo que lo hace la calle “Colón”, en el reparto Pastelillo.

Entre las que tienen más prolongada pendiente se encuentran: “Calixto García” , que atraviesa la ciudad desde la popular “Acera de Martí” hasta salvar las alturas del parque “Camilo Cienfuegos”, conocido antes de la revolución como “Plantel Tarafa”; “Antonio Maceo” que naciendo igualmente en citadino paseo, toma su altura máxima en su intercepción con la calle “Máximo Gómez”, conocida por convertirse en cada año en célebre trocha del carnaval.

Son relevantes también:“Joaquín de Agüero”, que nacida desde la orilla del mar, alcanza su mayor altitud en la sombra de una añeja “ceiba” que adorna de manera sin par el Parque central “Salvador Cisneros Betancourt”; así mismo, paralela a ella se ubican las calles “Céspedes”, y “Narciso López”, también sofocantes para subirlas caminando.

Sin dudas, la más singular de las lomas citadinas, la constituye la que lleva por nombre “Enrique Vázquez” y que decorada con un sinnúmero de escalones va desde el frente de los astilleros, donde inicia la calle “Martí”, hasta el punto más alto de la ciudad donde se ubica un gigante tanque de agua, desde el cual el viejo acueducto hacía llegar el agua por gravedad a las viviendas de los lugareños.

Pero las lomas de mi ciudad, son más que eso, constituyen parte inseparable de nuestra saboreada cotidianeidad, forman parte de aquello que nos pertenece e identifica. Muchos desde lejos las añoran, mientras nosotros no sabríamos disfrutar de un paseo sin el ir y venir, loma arriba o loma abajo por las calles del viejo San Fernando, rejuvenecido continuamente con el aporte emprendedor de sus mejores hijos.

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