jueves, 18 de septiembre de 2014

ANTIGUAS CATAPLASMAS CON OREGANÓN.

Por Ricardo Ferrer Aluija. Nuestras bisabuelas contaban en su memoria con un arsenal de remedios para los más disímiles males. Eran ellas las que ante el quejido de un niño o el malestar expresado por los adultos de la familia, no perdían tiempo en recomendar el experimentado proceder. Un buen ejemplo de aquellas prácticas la constituyó la ¨ cataplasma con oreganón ¨. Por oralidad hemos conocido que desde mediados del siglo XIX, ante los cambios de tiempos que se producían en nuestro entorno debido a las características del clima cubano, cuando aparecían los primeros refriados, males gripales o catarros, enseguida se recomendaba utilizar la cataplasma con oreganón. El remedio en cuestión consistía en utilizar aceite de cocina fresco y en una cacerola freír las hojas del oreganón junto a un poco de borra de café, una vez coradas las hojas de las que desprendía su aromático olor, entonces se dejaba refrescar para tibio ser aplicado al enfermo. Aquella cataplasma era escurrida inicialmente para que por decantación se obtuviera una cucharada del aceite de la fritada suministrado entonces con una pizca de sal por vía oral al enfermo y el resto era untada en el pecho y espalda, mientras el resto era untado en su pecho y la espalda y la borra con las hojas, colocadas en ¨ papeles de cartucho ¨ se adherían a las plantas de los pies y envolvían con paños. Aquella práctica llegó a formar parte del acervo cultural de los nueviteros y era costumbre siempre contar en su patio o jardín con una planta de oreganón ( conocida también como oregón ) de modo que ante la aparición de la primera señal de enfermedad gripal pudiera ser utilizada. Cuentan que tanto sanitarios como curanderos, recomendaban la práctica como efectiva para atender los refríados y hay quienes afirman que hasta el famosos ¨ médico chino ¨, que según se dice visitó Nuevitas, recomendó en mas de una ocasión el mágico tratamiento. A la luz de los conocimientos de hoy, sabemos que los componentes empleados en alguna medida tienen propiedades curativas, lo que debió ser el fundamento para ¨ validar ¨ aquel antiguo proceder que hizo época hace más de cien años en la ciudad.

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