miércoles, 16 de abril de 2014

GORRIONES QUE ENGALANAN LOS AMANECERES.

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija. Cada mañana en la ciudad y desde que se asoman los primeros rayos de sol, los gorriones invaden los predios de las viviendas de disímiles estilos arquitectónicos para interactuar con sus moradores cual intención de ¨ trasmitir los buenos días ¨ a los lugareños que dan inicio entonces a una nueva jornada en el bregar de cada día. El gorrión es una de las aves más conocidas. Su pico es de color negro, aunque parece variar su tonalidad dependiendo de las diferentes estaciones del año. Cuando vuelan se puede observar una franja de color blanco en las alas mientras la hembra tiene el plumaje de colores más apagados, llamando la atención una banda de color blanco detrás de los ojos. Su adaptación preferentemente a las zonas habitadas por el hombre, es decir en ciudades, pueblos, y zonas con jardines y frecuentadas por las personas, condicionan su presencia numerosa en el entorno citadino. Así los curiosos pajaritos llegan a portales, patios y balcones con su intranquilo revolotear, llevando migajas para su prole o tratando de anidar entre una teja criolla o en las soleras de los horcones. El vuelo de los gorriones es rápido, con fuertes aleteos intermitentes con bajos planeos para recorrer lo que pudiéramos llamar su territorio. Suelen volar en grupo, mientras que su canto es muy ruidoso, sobre todo a primera y última horas del día donde se sitúan en bando para dormir o comenzar la jornada. Su silbido más habitual es un “chip” sencillo y posteriormente puede realizar varios sonidos diferentes que componen su canto primaveral. Al amanecer, miles de gorriones se hacen al vuelo, desde los más recónditos recovecos y se lanzan en animado andar hasta algún que otro balcón y aprovechan los tiestos de plantas ornamentales para ¨ revolcarse ¨ en la tierra y darse así el baño matutino. Tal es la interacción que se produce entre lugareños y las avecillas que una abuela todos los días derrama en su balcón granitos de arroz para que vuelvan al siguiente amanecer. Tal ha sido el arraigo ancestral de los pequeños animales entre nosotros que cuando alguien se encuentra meditativo o melancólico suele decírsele que ¨ está con el gorrión ¨. Así, nativos de ayer y de hoy, reciben cada salida y puesta del sol la visita de los diminutos gorriones que complementan con su ¨ chillido y rápido movimiento ¨ la cotidianidad de la villa.

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