viernes, 21 de septiembre de 2012

¿POR QUÉ NOS MOJAMOS LA CARA ANTES DE ENTRAR A LA PLAYA?

¿POR QUÉ NOS MOJAMOS LA CARA ANTES DE ENTRAR A LA PLAYA? Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija. No creo que exista explicación acabada del por qué los que aquí vivimos, tenemos por norma mojarnos la cara con el agua del mar antes de sumergirnos en el. Ello ha devenido en tradición sin que fuera el propósito de quienes desde tiempos ancestrales iniciaron la singular práctica. Curioso es el comportamiento de varones y féminas que sin pensarlo dos veces se agachan antes de que su cuerpo haga contacto con el mar, toman agua de este con las dos manos y en dos o tres oportunidades se mojan la cara a manera de lavado matutino. Otros prefieren junto a esta práctica, mojar se el pelo, lo que pudiera estar vinculado a la idea de refrescar la parte más alta de los humanos donde se encuentra el cerebro encargado de dar órdenes a todo el cuerpo, lo que le facilitaría el dinamismo requerido en el baño de mar. Esta pericia pudiera también tener un origen vinculados a antiquísimas prácticas religiosas ligadas al bautizo cristiano o a las de expresiones religiosas de origen tribal en Cuba. Hay otros, que creyentes o no, antes de sumergirse en el mar toman agua con su diestra y se persignan antes de entrar, evidencia de experiencias cristianas llegadas aquí desde tiempos de la colonización española y que se mantiene en algunos como práctica usual sin que muchas veces se expliquen a que se debe. Tanto al famosos balneario de Santa Lucía al norte de la ciudad de Nuevitas, como a las playas del interior de la bahía, acuden cada año masivamente los lugareños a tomar el baño de mar que se extiende hasta finales de septiembre casi a la entrada de los primeros frente fríos, pero en todos siempre se evidencia la práctica de ¨ lavar ¨ la cara con el agua del mar antes de entrar a el. No se puede dar una respuesta absoluta y concluyente sobre la mencionada práctica, pero de momento, seguimos acudiendo a las azuladas aguas del mar a tomar el esperado baño en la etapa estival, mientras esperamos por antropólogos, psicólogos y sociólogos para dar alguna respuesta a este actuar convertido en un verdadero hecho sociocultural que evidencia una de nuestras más arraigadas tradiciones

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