lunes, 2 de abril de 2012

TIEMPOS DE CINE MOVIL.

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija.

Corría la segunda mitas del pasado siglo XX y la dirección del país se empeñaba en promover la cultura del pueblo, motivo por el cual múltiples manifestaciones artística eran acercadas a los conglomerados humanos. En ese empeño, apareció una singular modalidad de difundir lo mejor de la producción cinematográfica: el cine móvil.

Ese fue el período en que la más intrincada geografía nuevitera vio aparecer aquellos camiones que además de su cabina contaban con un módulo techado en el que eran llevados hasta alejados parajes las más emblemáticas cinta del celuloides del cine cubano y universal. Portaban también aquellos móviles un proyector de 16 mm y una pantalla móvil, junto al equipo de sonido que conformaban las improvisadas salas de cine.

Múltiples avatares tuvieron que sortear aquellos hombres, cuyo cargo era conocido oficialmente como Chofer Proyeccionista Móvil A, pues debían cruzar terraplenes muchas veces inundados por las lluvias hasta llegar a las comunidades donde debían presentar las películas, antecedidas siempre por el Noticiero ICAIC Latinoamericano que se producía semanalmente.

Campamentos de movilizados a labores agrícolas como la zafra y otros cultivos, fueron visitados para llenar de esparcimiento e instrucción a los hombres y mujeres que culminaban las duras faenas del día.

Las comunidades de El Mije, Camalote, lugareño y otros pequeños poblados de la entonces región de Nuevitas se vieron beneficiados con aquella acción cultural que permitió llevar la noticia actualizada junto a las más representativas obras del séptimo arte a los menos beneficiados por la más raigal condición rural.

Uno de aquellos hombres que por esta zona se dedicó a tan loable labor de divulgar lo mejor del celuloide fu Alberto Sedeño, que comenzó en la tarea en 1966, oportunidad en que se incorporó a trabajar en el entonces departamento de divulgación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), dedicado a atender el cine móvil.

Sedeño atendía la región de Nuevitas, pero siempre prestó atención particular a las comunidades de Lugareño y Camalote. En el mes trabajaba 25 días seguidos y descansaba cinco, tras los cuales se disponía de inmediato a continuar con la noble obra. En ese breve descanso entregaba el carro al taller para que fuera alistado para el próximo periplo.

Producto de la continuada labor de aquellos cines móviles fue posible difundir entre la mayoría de los poblados rurales nueviteros aquellas primeras cintas que vieron la luz con la revolución y que ponían al pueblo como verdaderos protagonistas de su historia. ¨ La Muerte de un Burócrata ¨ de 1966 y ¨ Memorias del Subdesarrollo ¨ de 1968, cargadas de un sofisticado humor, convirtieron en activos espectadores a los que en distantes parajes recibían aquel producto cultural.

Los filmes de ficción en particular, que generalmente tienen un final abierto con el fin de estimular la participación de los espectadores fueron muy bien acogidos en la década de los años 70 cuando eran proyectados por los cines móviles el lejanos conglomerados humanos de la localidad. De esa etapa son ¨ De cierta Manera ¨ de Sara Gómez y ¨ Un hombre, una Mujer y una Ciudad ¨ de Manuel Octavio Gómez, en la que se abordaba el crecimiento de Nuevitas. Ambos constituyen verdaderos ejemplos de filmes que alentaron una evaluación crítica de la Cuba de entonces y de Nuevitas en particular, tanto en la presentación como en su contenido, lo que dejó una imborrable huella en los lugareños.

El cine y sus soportes técnicos han evolucionado a ritmos insospechados. Hoy múltiples salas de video están presentes en nuestra geografía y en otros soportes, que como los DVD permiten que las más actuales películas lleguen con inmediatez a la mayoría de los pobladores, pero los nueviteros de los lugares más distantes de la cabecera municipal, recuerdan con nostalgia aquellos esperados ¨Cines Móviles¨.

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