miércoles, 23 de marzo de 2011

SINGULAR PALO ENCEBADO.

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija.

El palo encebado resulta un juego muy antiguo y arraigado en varios pueblos latinoamericanos. En Cuba tiene su añeja historia y en la localidad su práctica resultó siempre muy singular toda vez que en múltiples ocasiones estuvo vinculado al período estival y a los deportes náuticos.

Se dice que el origen del palo encebado se remonta a los siglos XVI y XVII. En Nápoles, Italia, había fiestas populares donde en medio de una plaza pública se colocaba una pequeña montaña artificial que simbolizaba el volcán Vesubio. La leyenda cuenta que de su cráter salían en erupción salchichones y comida, queso y pastas. La gente acudía para comerse esos alimentos. Este juego se llamaba “cucaña”.Luego la montaña se cambió por un alto poste del que colgaban salchichones y aves. Cuando se convirtió en un palo derecho y alto, se le untó de jabón y se le llamó palo encebado.

El juego en cuestión consiste en un palo o vara de 20 centímetros de diámetro y de 5 a 6 metros de alto que se encuentra enterrado en tierra. El palo untado en grasa deberá ser trepado para alcanzar el premio que está en la cima.El propósito es subir, resbalando una y otra vez hasta que uno de los competidores logra atrapar el premio que puede consistir en billetes, botellas de vino, o simplemente una banderilla
.
Por lo general los primeros concursantes no tienen éxito porque el palo esta muy ensebado. Los últimos ganan después que el sebo o jabón se ha ido con los anteriores. Para jugar al palo encebado hay que tener piernas y brazos fuertes que permitan sujetarse pese a lo resbaloso de la grasa.

En Nuevitas, este palo, en vez de erguirse verticalmente, se colocaba horizontal, afincando su base o extremo inferior al muelle de la playa ¨ La Colonia ¨, en tanto el resto del madero encebado quedaba sobre el mar, a través del cual había que tratar de llegar a su extremo para alcanzar la banderita de color que debía mostrar el concursante para hacerse del premio.

Muchas veces, el perseverante gateador del palo, resbalaba de modo tal que caía sobre el mar provocando la risa entre los bañistas. El intento se repetía hasta que un osado incansable, llegaba a la unta del palo, tomaba el globo o banderilla y nadaba de prisa hasta la orilla a recibir el premio, que en no pocas oportunidades consistía en un cerdo pequeñuelo propio para ser asdo.

Como se puede apreciar, el palo encebado es una tradición que por estos lados del mundo en algunos pueblos tuvo su arraigo, pero aquí adquirió singularidad peculiar al ser emplazado sobre el área de baño en una de nuestras principales playas.

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