lunes, 3 de septiembre de 2012
ANTIGUOS VENTILADORES DE TECHO.
Una de esas calurosas noches nueviteras, mientras tomaba un tiempo de descanso frente al televisor, una moderna lámpara-ventilador de techo refrescaba el entorno de la pequeña sala de la casa, pero al mirarla de pronto mi mente viajó hasta el pasado y cual retrato de antaño se me reflejaron antiguos ventiladores de techo que pude ver en mi infancia.
En la década de los años cincuenta del pasado siglo XX uno de los más concurridos lugares era el bar-restaurante- hospedaje ¨Acera de Martí¨. A el acudíamos en reiteradaza oportunidades para disfrutar de su renombrada gastronomía que era servida en su marquesina. Mientras y en el interior del bar, algunos degustaban el sabroso ron cubano en tanto en el techo giraban cinco grandes ventiladores de hierro con alrededor de 30 kilogramos de peso que refrescaban el lugar.
Aquellos ventiladores marca Robbins & Mayers hacían las delicias de los que procuraban la estancia en lugar, pues desde ahí se divisaba el ir y venir al ferrocarril por el que llegaban y salían los bañistas camagüeyanos que se disponían a disfrutar de las playas de la ciudad.
Otro de los sitios frecuentados por los lugareños era el popular ¨Bar Victoria¨. En el se expendía café , helados , bebidas y licores y otras golosinas que motivaban a pequeños y mayores. Mientras en su techo otros cuatro grandes ventiladores, aquellos de marca Westinghouse, aireaban el local y hacían más agradable la estancia de sus usuarios.
Otros ventiladores de este tipo con sus cuatro palas grandes refrescaban los bares ¨Rancho Chico¨, ¨El Sol¨ y hasta el alto vestíbulo del teatro ¨Angela¨ , sitio de obligada asistencia e importante centro cultural de la localidad y regalaban aires con su añeja composición.
Los altísimos almacenes que circundaban la costa de la ciudad con sus innumerables muelles, contaban con pesados ventiladores de techo para mantener fresca la mercancía que en ellos se guardaba y evitar su deterioro en poco tiempo.
Hace un siglo que aquellos antiguos y pesados ventiladores de techo llegaron a la ciudad y se hicieron populares en los lugares de mayor concentración de personas. Recuerdo que diambulantes y transmutes se tomaban un tiempo en las faenas cotidianas para sentarse debajo de uno de ellos que agradecido les regalaba el aire.
Ahora cuando se impone la modernidad, y otros equipos más ligeros y efectivos van cobrando espacio en la cotidianeidad, continúo disfrutando de las bondades de mi ventilador de techo, en tanto repaso la huella que en mi generación dejaron aquellos antiguos y pesados aparatos.
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