lunes, 21 de junio de 2010

¨ EXTRAÑO MONTÍCULO ABORIGEN ¨

Por MsC. Ricardo H. Ferrer Aluija.

En un pequeño valle contiguo a la muy conocida ¨ Loma Vigía ¨ y entre esta y el camino hacia que conduce por la orilla del mar hasta la zona de ¨ Punta Gorga ¨, en la década de los 60 del pasado siglo XX, fue descubierto y excavado un curioso montículo aborigen perteneciente a una cultura preagroalfarera.

El sitio en cuestión fue estudiado por el entonces existente ¨ Grupo de espeleología y Arqueología Mayanabo ¨, formado por varios estudiantes de la Secundaria Básica ¨ Ignacio Agramante y Loynaz ´ de esta ciudad, el que se hizo acompañar por un perseverante estudioso de las culturas prehispánicas en la zona: Martín Hernández.

Se excavó en cuatro secciones de un metro cuadrado cada una y se llegó a una profundidad de un metro, haciéndolo extrayendo el contenido dividido en estratos de 0,25 metros de profundidad cado uno, desempolvando cuidadosamente los exponentes que afloraban y pasando por jibe toda la arcillosa tierra para evitar se fuera entre ella algún minúsculo cuerpo que pudiera tener importancia.

Entre los exponentes que vieron la luz entonces, se encontraban: gubias elaboradas a partir de conchas y caracoles, cucharas, pequeños recipientes que pudieron servir para beber en ellos algún líquido y diminutas conchas perforadas que debieron ser utilizadas como cuentas en algún collar o pendiente.

De aquellas jornadas de verano sólo queda la impronta en mi memoria, pues todo lo recogido allí fue a parar a la casa del mencionado Martín para su posterior estudio, fotografiado e interpretación – aunque ya fuera del lugar y sin haberse excavado por estratos naturales, era difícil estudiarlas a cabalidad – Finalmente aquel singular personaje falleció y nadie sabe donde fue a parar el preciado patrimonio.

De lo encontrado entonces fue informado al destacado arqueólogo camagüeyano Rodolfo Payarés Suárez, con el interés de que en su apretada agenda de trabajo de campo tuviera en cuenta aquel singular sitio, pero las prioridades concedidas a las excavaciones en la ¨ Sierra de Cubitas ¨, hizo que el tiempo pasara y el propósito no se materializara.

De ¨ El Conchal ¨, debido a los arrastres de tierra producido por las intensas lluvias desde la altura contigua, la erosión y la inadecuada preservación, poco o nada queda, sólo aquella imagen que en mi memoria de estudiante y miembro del entonces muy motivado ¨ Grupo Mayanabo ¨, recuerda aquellas curiosas piezas que en nuestras manos eran acariciadas como sin con ello montáramos en la máquina del tiempo y compartiéramos con aquellos primitivos aborígenes.

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