miércoles, 23 de junio de 2010

CHINOS EN ¨ EL COROJAL ¨.

Por MSc. Ricardo Ferrer Aluija.

En medio de las tierras con alta salinidad que rodean la ciudad, un sitio, favorecido por su bajo nivel, condiciona que la mayor humedad se concentre en él y por tanto favorezca el cultivo de hortaliza y vegetales: ese es el caso del sitio conocido como ¨ El Corojal ¨.

Ocurre que desde la segunda mitad del siglo XIX se hace sentir la presencia de nativos chinos en esta zona de la sabana camagüeyana, muchos incluso jugaron un importante papel en las luchas por nuestra independencia, pero en su totalidad eran personas muy laboriosas ante la vista de los nativos.

Un pequeño asentamiento de ciudadanos chinos, se fomentó en ¨ El Corojal ¨ , lugar en el que sobresalieron por el cultivo de muy consumidos vegetales entre los que eran de gran aceptación: la lechuga fresca, la acelga, el rábano, la zanahoria y las berenjenas.

En aquel paraje, no proliferaba mala hierba alguna y las parcelas , perfectamente labradas, parecían un tapiz cubierto por las distintas tonalidades del verdor que le regalaban los vegetales y verduras. En las silenciosas mañanas, se paseaban silenciosas, cual sombras chinescas, las siluetas de aquellos chinos que dibujaban sobre el sol del amanecer total entrega en su tarea.

Luego de la recolección de los frescos vegetales, ensillaban sendos caballos para en sus alforjas transportar su producción al centro del pueblo, en el que aguardaban los lugareños para adquirir los codiciados productos salidos de la tierra y el tesón de esos chinos.

Cuentan que en la década de los 40 del pasado siglo XX, uno de los miembros de aquella colectividad falleció muy anciano, en tanto los demás lo vistieron en su cama hasta esperar que lo buscaran para el sepelio, pero en el empeño de que ¨ llevara su mejor porte ¨, le pusieron un cinto atrincado en su pantalón, lo que propició que al contraerse el cuerpo y hacerse rígido por la muerte, aquel chino empezara a inclinarse como si fuera a sentarse en la cama ello ocasionó que los demás echaran a correr hasta que llegara el funerario.

Ahora cuando en estas áreas, continua cosechándose productos del agro para el consumo de los nativos, viene a la memoria el ejemplo de perseverancia y abnegación de aquellos nativos de aquella antigua y gran nación, que llegados hasta aquí se dedicaron a las labores del agro, dejando su impronta a las generaciones venideras.

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